Lejos de pasar de moda, los apliques se reinventan a sí mismos y ofrecen posibilidades adaptadas al gusto de cada cual. Con este tipo de lámparas se consigue una iluminación puntual ideal para iluminar rincones de lectura, cuadros -ya hemos hablado en alguna ocasión sobre cómo iluminar el arte y los apliques con led son, a día de hoy, la mejor opción-, cabeceras de camas y espacios de estudio y trabajo.

Desde un punto de vista más funcional, no cabe rechazar los apliques como puntos de luz en paredes y techos que ofrecen una iluminación algo más convencional que aprovecha al máximo las posibilidades de la iluminación puntual de máxima tendencia. Sus estilos son tantos que se adaptan a la decoración de cualquier espacio, desde los más clásicos hasta los más modernos sin renunciar, en todo caso, a una actualización totalmente actual a través de sus materiales, en los que el aluminio se lleva la palma, de sus diseños y de las tecnologías de iluminación, como el ya mencionado led o los halógenos de bajo consumo, que incluyen.

El miedo a hacer el “agujerito” en la pared se pierde cuando se ve el efecto de los apliques. Sin embargo, es cierto que a la hora de decantarse por ellos es necesaria una buena planificación para evitar arrepentimientos con la taladradora. En todo caso, las ventajas pueden hacer olvidar estos temores sin pensamos que un aplique da vida a una pared, iluminación espacios aportando un plus a la decoración y evita los soportes que precisan otro tipo de lámparas logrando conjuntos en los que la arquitectura y la decoración se unen. Todo sin olvidar, por supuesto, que muchos apliques son obras de arte en si mismos capaces de transformar por completo cualquier espacio.