FUNICULÍ METAL
Para Lluís Porqueras diseñar consistía en eliminar lo superfluo hasta dejar un objeto esencial: bello, útil y sencillo. Así lo hizo con la Funiculí, una lámpara de 1979 que Marset reeditó en 2013 y que se ha convertido en un emblema de la colección.
Es ligera, casi no ocupa lugar y puede funcionar como lámpara de ambiente o como lámpara de luz directa, todo depende de cómo se dirija su iluminación. Su diseñador liberó la pantalla para darle máxima movilidad, puede orientarse hasta 360 grados y enfocar la luz hacia donde se desee y además cuenta con un sistema de doble pinza que permite variar la altura del difusor, subir y bajarlo. Para la Funiculí, 40 años no son nada, ha sabido resistir el paso del tiempo y ahora se edita en nuevos colores que amplían todavía más sus posibilidades.
Para Lluís Porqueras diseñar consistía en eliminar lo superfluo hasta dejar un objeto esencial: bello, útil y sencillo. Así lo hizo con la Funiculí, una lámpara de 1979 que Marset reeditó en 2013 y que se ha convertido en un emblema de la colección.
Es ligera, casi no ocupa lugar y puede funcionar como lámpara de ambiente o como lámpara de luz directa, todo depende de cómo se dirija su iluminación. Su diseñador liberó la pantalla para darle máxima movilidad, puede orientarse hasta 360 grados y enfocar la luz hacia donde se desee y además cuenta con un sistema de doble pinza que permite variar la altura del difusor, subir y bajarlo. Para la Funiculí, 40 años no son nada, ha sabido resistir el paso del tiempo y ahora se edita en nuevos colores que amplían todavía más sus posibilidades.
Lluís Porqueras
Lleida, España, 1930
El mismo Porqueras reconoce que empezó sin saber bien qué era el diseño industrial. Tras realizar algunos cursos de arquitectura y rehabilitar algunas masías, en 1965 funda Stoa, una empresa pionera del diseño catalán, que editó entre otras cosas lámparas de Enric Franch.
En 1979, junto con Jaume Vaquero, funda la empresa Vapor que producía lámparas sencillas y cálidas, a contracorriente de la tendencia tecnológica de la época. “Las cosas que hacía eran muy sencillas – afirma Lluís Porqueras -. Aunque el proceso industrial tuviera 25 operaciones, el resultado final era de una simplicidad absoluta, me interesaba sacar, sacar y sacar hasta dejar la esencia del objeto útil y sencillo.”
Según sus propias palabras, “con el tiempo, me he dado cuenta de que he sido muy mal empresario. Afortunadamente Marset se interesó por lo que hacíamos en Vapor y gran parte de nuestro catálogo pasó a formar parte de su colección”. Además de lámparas para su empresa, colabora con otras compañías como Mobles 114 o Santa&Cole. Posteriormente, Porqueras trabaja durante 3 años para Targetti en la creación de una colección de lámparas.
Entre sus diseños destaca la lámpara de suspensión Claris o el pilón Finisterre, realizado en colaboración con Joan Gaspar. “Siempre he creído que la luz en el interior de un espacio tiene que ser con penumbras, que haya contrastes con luces puntuales – reflexiona Porqueras-. Eso es lo que crea el bienestar, la serenidad, tu casa tiene que ser un refugio del exterior agresivo de la ciudad. Las lámparas se encienden unas cuantas horas al día, el resto del día deberían mantener cierta discreción para que no te molesten cuando están apagadas, que sólo se impongan cuando están encendidas… como las luciérnagas. No me interesa la moda, nunca he hecho lámparas de moda.”
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